Lorenzo Nanni (Rimini-Italia, 1979) lleva el encaje, los bordados y la seda a un terreno inesperado, con la anatomía, la botánica y el organismo vivo como fuentes de inspiración.

Cuando estudiaba diseño textil en París tenía en mente dedicarse a la moda, pero encontró en el encaje un sorprendente medio para esculpir. Pronto empezó a crear reproducciones de tejidos humanos. "Esos trozos de carne textil eran una reflexión sobre la modificación y disección del cuerpo. Hice por lo menos cien. Luego me puse con las venas, el sistema circulatorio y los órganos vitales".

El gusto por la textura de la carne está presente incluso en sus reproducciones de magnolias y sarracenias: "La anatomía es de mis campos favoritos. Me gustan los especímenes conservados en jarras de cristal, los grabados de Medicina, los modelos de órganos... Mis obras relacionadas con el cuerpo son las más personales".

Ahora piensa en unir esa faceta con la moda, "crear esculturas que uno se pueda poner".

Nunca sabe lo que tardará en finalizar cada pieza, pueden ser cinco días o nueve meses. Comienza siempre con un boceto y después crea los patrones, tiñe los materiales y elabora el encaje "algo que puede llevarme hasta 80 horas", dice satisfecho de su labor de artesano.

Es un amante del detalle y de la miniatura. Puede agregar minúsculas perlas a diferentes obras con resultados muy diferentes. En el cuerpo de una delicada araña con patas de seda, son rocío. En las patas de un pulpo rojizo, ventosas.

En sus planes futuros Nanni tiene en mente introducir una mayor cantidad de seda en sus obras, un material frágil y resbaladizo con el que ha construido vaporosas plantas acuáticas. Su intención es que esos organismos evolucionen en "criaturas híbridas del mar".